martes, 24 de enero de 2012

EL CABALLO DE CALIGULA



Incitatus, impetuoso.
Lo primero que debemos decir de Incitatus es que procedía de lo que por entonces se conocía como Hispania, que actualmente se llama España y ya veremos como se llama en un futuro, bien sea confederal, federal o autonómico.
¿Y porque se recuerda a Incitatus y no a los miles de caballos que han podido pasar por las manos de otros emperadores romanos?
Que se sabe, es el único caballo que ha logrado enamorar a un emperador.
Tal era el enamoramiento que Calígula, hizo construir para su caballo, primero una caballeriza de mármol, luego le cedió una villa con jardines y posteriormente, para satisfacer sus necesidades, puso a su servicio nada menos que a 18 sirvientes.
Por supuesto no dormía como un caballo cualquiera, era cubierto con las más exquisitas telas, portaba collares de piedras preciosas y erigió en su honor una estatua de marfil.
No sabemos si a petición del caballo, pues el emperador pensaba que Incitatus le hablaba, Calígula otorgó al caballo primero el título de Cónsul de Bitinia, luego Senador de Roma y posteriormente le concedió una esposa. Cuando digo una esposa no me refiero a una yegua de buen ver sino a una mujer, un ser humano de género femenino, llamada Penélope perteneciente a una de las familias más nobles de Roma.
Pero no todo eran comodidades para Incitatus. Dado que el imperial equino era un caballo de carreras tenía que participar en las carreras que se llevaban a cabo en el hipódromo. Para que Incitatus descansara a “pata suelta”, Calígula decretaba un silencio general en toda Roma que no podía ser violado bajo pena de muerte.
¡Y pobre del jinete que no consiguiera la victoria a lomos de Incitatus!

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