lunes, 2 de enero de 2012

RINCON DE LA HISTORIA

Rincón de la Historia

Una del Oeste. La Batalla de Cuerno Verde


En este artículo se habla de indios y españoles, de comanches y soldados de cuera, de caballos y batallas, recordando una época en la que los españoles hicieron cosas dignas de la mejor de las películas del Oeste.
Una del Oeste. La batalla de Cuerno Verde

Algunas historias merecerían una película, y no se ha hecho. De las peripecias de los españoles en Nuevo Méjico, California, y otras zonas de los actuales Estados Unidos de América se podrían hacer muchas, y no se han hecho.
Los españoles llegamos a estar presentes en una gran parte de los Estados Unidos, y por llegar, llegamos hasta Alaska donde establecimos una colonia. Pero España era un país pequeño y no tuvo suficientes recursos humanos para colonizar de forma estable todos los territorios que llegó a poseer, lo que no fue obstáculo para que en aquellos años se produjesen actuaciones intrépidas y batallas dignas de ser recordadas.
Quizás merezcan especial atención las guerras y las paces de españoles y comanches, una parte de nuestra historia totalmente desconocida que daría no para una sino para decenas de películas. Hoy hablaremos un poco de esto. De indios y españoles, de guerreros y soldados de cuera, de caballos y presidios, de Juan Bautista de Anza y de Cuerno Verde. De verdad que vale la pena. Hblemos ahora de los protagonistas de esta historia

Los Comanches

Los comanches son indios americanos del grupo de los shoshones, de la familia lingüística yuto-azteca. Originalmente vivían al Oeste de las montañas Rocosas, pero abandonaron estas zonas áridas y emigraron hacia el Sur, hacia las Grandes Llanuras, donde abundaba unos de sus recursos alimenticios fundamentales, los búfalos y adonde llegaron al finales del siglo XV.


Aldea comanche en Texas. Smithsonian Institution

En esta emigración se encontraron con otros pueblos indios contra los que lucharon y a los que expulsaron de sus territorios, como es el caso de los apaches.Los comanches eran nómadas, excelentes guerreros y muy agresivos. El origen del nombre comanches no está del todo claro. Los indios Ute les llamaban Kohmahts (los que nos atacan), término del que pudo derivar cumanchís y comanches. Otras fuentes lo hacen derivar del español "camino ancho". Los Comanches preferían llamarse a sí mismos los Numunuu, que quiere decir "el Pueblo" o "las personas".


 
Caballo pinto. Así debían ser los caballos de los comanches

Los comanches eran los jinetes  más diestros de las Llanuras; los ponis pintos y manchados eran los que preferían y procedían inicialmente de robos a los colonizadores españoles, pero pronto empezaron a criarlos y seleccionarlos ellos mismos. Se convirtieron en los mejores jinetes y adquirieron la cultura del bisonte que les suministraba mayores recursos alimenticios de los que precisaban. Sólo de una cosa no tenían suficiente, y eran los caballos, y por lo tanto comenzaron a desplazarse hacia el Sur, hacia la única fuente de caballos y mulas, los españoles.
Los comanches ocuparon una amplia región en la que nadie se atrevía a entrar, la Comanchería, territorio del tamaño de Andalucía que comprendería el este de Nuevo México, Sudeste de Colorado y Kansas, todo Oklahoma, y bastante del nordeste y sudeste de Texas).


Mapa de La Comanchería, el extenso territorio en el que habitaban los comanches y en el que pocos se atrevían a entrar

Los comanches estaban muy fragmentados y divididos, las tres divisiones principales eran los Jupe (pueblo de loa árboles o de la madera), los Yamparika (comedores de raíces) y los Kotsoteka (comedores de bisonte). Se calcula que su población máxima fue de 20.000 comanches, lo que nos indica que se trataba de una población nómada y extremadamente dispersa, por lo que la mayor dificultad de las expediciones españolas contra ellos fue siempre la de encontrarlos en un territorio tan amplio y que conocían a la perfección. Los comanches estaban atentos a los caminos más habituales y en cuanto detectaban una expedición española desaparecían en las inmensidades de la Comanchería.


Foto del jefe Quanah Parher de los comanches kwahadi. Aunque la imagen es muy posterior a los hechos narrados sirve para darnos una idea del aspecto de los notables comanches.

Los comanches fueron guerreros feroces y extremadamente belicosos y atacaban a yodos sus vecinos sin distinción, fuesen los utes o los apaches, los españoles o los franceses. Célebres fueron sus luchas con los apaches, como la batalla del Gran Cerro del Fierro en 1724 que duró nueve días completos y terminó con la derrota de los apaches que tuvieron que abandonar sus territorios de caza y emigrar hacia las posesiones españolas y el Norte de Méjico.


Cuadro mostrando guerreros comanches a caballo. Nótese el comanche situado en primer plano que, escondido tras su caballo, dispara flechas a pleno galope

Los comanches no se limitaban a su territorio sino que se internaban en las zonas Españolas y en el mismo Méjico, que atravesaron más de una vez robando y expoliando hasta las selvas del Sur.
A partir de 1747 los mercaderes franceses empezaron a suministrar a los comanches mosquetes y otras armas de fuego, que los comanches les pagaban con los caballos que robaban a los españoles. La situación en Nuevo Méjico se tornó todavía más grave con los comanches cada vez mejor armados, más atrevidos y atacando por todos los lados. Las expediciones españolas que intentaron combatirlos en 1747 y 1749 fracasaron porque como antes indicamos no conseguían encontrarlos en la inmensidad de La Comanchería.

Los españoles

LOS SOLDADOS DE CUERA
Las posesiones españolas estaban defendidas por los soldados de cuera, de los que ya hemos hablado en otra ocasión en Amigos de Colmenarejo  pulsar  aqui, que eran los que se tenían que enfrentar a los comanches y defender las dispersas poblaciones españolas en los territorios del Norte.


El Príncipe Felipe fotografiado junto a algunos soldados de cuera pertenecientes a una de las muchas sociedades americanas conmemorativas de aquellas épocas.

En 1771 se creó una línea de 13 presidios desde Altar (Sonora) hasta Espíritu Santo (Texas), que excluía los de Santa Fe Nuevo Méjico), y San Antonio de Bejar (Texas) situados más al Norte.


Interpretación artística del Presidio de San Ignacio de Tubac.

A pesar de todo durante todos estos años la situación seguía siendo muy grave. Los comanches y los apaches robaban y atacaban por todos los lados, causando numerosas víctimas y haciendo la colonización de la zona difícil y muy arriesgada, por lo que era casi imposible conseguir que ese estableciesen nuevos pobladores.
Pero los españoles tenían el jefe militar adecuado para resolver esta situación, el explorador y soldado Juan Bautista de Anza.

JUAN BAUTISTA DE ANZA
Juan Bautista de Anza fue el hijo menor del capitán de su mismo nombre Juan Bautista de Anza y de Maria Rosa Bezerra Nieto, de Fronteras, Sonora. Era nieto del farmacéutico Antonio de Anza y de Lucia de Sassoeta nativa de Hernani, Guipuzcoa, y del capitán Antonio Bezerra y Gregoria Gómez de Chihuahua, Mejico.


Uno de los retratos de Juan Bautista de Anza

Nació en julio de 1736 no se sabe muy bien si en Fronteras o en Cuquiarachi. Su padre murió en combate con los apaches el 9 de mayo de 1740. Anza hijo entró en el ejército español en diciembre de 1751 en San Ignacio, Sonora, Mexico durante la Revuelta Pima y fue nombrado cadete de la caballería presidial en 1754 en Sonora. Fue ascendido a teniente de caballería en 1756 y a capitán en el Presidio de Tubac (entonces en Sonora, hoy en Arizona) en 1759.
Se casó con Ana María Pérez Serrano el 24 de junio de 1761 en Arizpe, Sonora, y se ganó un reconocido prestigio militar entre 1766 y 1773 combatiendo con los apaches en lo que hoy es Arizona y con los indios Seris en la zona de Hermosillo, Sonora. En estas campañas contra los indios fue herido 4 veces.
Ilustración mostrando una batalla entre soldados de cuera y apaches faraones, así llamados porque su disposición en batalla recordaba a los antiguos egipcios.
Anza es conocido sobre todo por sus exploraciones y por abrir una ruta terrestre  hacia la alta California  para lo que solicitó permiso del Virrey Bucarelli en 1772, empeño que ya había intentado su padre en 1737 pero que no pudo acabar por su muerte a manos de los apaches. Anza realizó dos viajes, el primero de exploración y el segundo llevando más de 300 colonos, y es por estos viajes por los que fundamentalmente ha pasado a la historia.




Varias imágenes de las expediciones de Anza a California. Se puede observar la caravana, los muleros y un momento de la vida en el campamento.

Mientras tanto los comanches seguían con sus robos y ataques. Había aparecido un líder entre ellos, un jefe que en cierta medida consiguió sino unificarlos por lo menos hacerlos actuar coordinadamente, por lo que la gravedad de la situación se multiplicó y la vida en Nuevo Méjico se hizo azarosa y difícil. El jefe se llamaba Cuerno Verde.


Cuerno Verde podría tener un aspecto muy similar al de este guerrero comanche fotografiado ppor E. S. Curtis

Era el jefe de los comanches Jupe, principales atacantes de Nuevo México, y su nombre se debía a un tocado hecho con la cabeza de un bisonte, que al parecer tenía los cuernos pintados de verde, auque hay dudas sobre por qué se utilizaba el singular, que a lo mejor indicaba que el tocado tenía un sólo cuerno.
Cuerno Verde, cuyo verdadero nombre era Tabivo Naritgant (Hombre Peligroso) era hijo de otro Cuerno Verde, igual que Juan Bautista de Anza lo era de otro con el mismo nombre. El padre de Cuerno Verde había muerto luchando contra los españoles en 1768 cuando atacó Ojo Caliente al frente de 500 comanches, al igual que el padre de Anza que había muerto en lucha contra los apaches.
Un paralelismo más en la vida de los dos actores principales de esta historia.

LOS PREPARATIVOS

Anza volvió de su segundo viaje a California en otoño de 1776 y fue nombrado comandante de las tropas de Sonora y tras un año en este puesto fue ascendido a gobernador y comandante militar de Nuevo Méjico, con la misión de contener y castigar a los comanches, y en la medida de lo posible llegar a una paz duradera.

Retrato de Juan Bautista de Anza a caballo

Juan Bautista de Anza tomó posesión de su cargo en Santa Fe a finales de 1778 y se puso enseguida a reorganizar las milicias locales para que pudiesen autodefenderse, y a diseñar una campaña contra Cuerno Verde partiendo de premisas diferentes a las que hasta entonces habían seguido sus antecesores. Para ello decidió cambiar la ruta de ataque y no entrar en la Comanchería por el Sureste por el Paso del Ratón que siempre estaba vigilado por los comanches, que enseguida descubrían a los españoles y se perdían en la inmensidad del territorio. En su lugar optó por moverse hacia el Norte y atacar por sorpresa.


Ruta seguida por Anza en su expedición contra Cuerno Verde

Anza decidió llevarse todas las tropas posibles, que en realidad no eran muchas, ya que raspando en todos los presidios y guarniciones de Nuevo Méjico no se podían reunir mas de 150 soldados presidiales, que fueron el núcleo de su ejército, complementado con parte de las milicias y con aliados indios hasta cerca de 600 hombres, a los que más tarde ya durante la expedición se añadieron otros 200 indios ute y apaches, llegando así hasta los 800 hombres.


Mr. Rick Collins caracterizado como soldado de cuera durante la fiesta de Anza Days en Tubac.


Si se comparan las dimensiones de las guerras modernas y el tamaño de los ejércitos, el de Anza era un ejército pequeño, pero no lo era tanto si tenemos en cuenta la escasísima población de la zona y lo comparamos además con otras batallas célebres en la historia del Oeste. Por ejemplo en la batalla de Little Big Horn, en la que los indios aniquilaron alSeptimo de caballeria  bajo el mando del General Custer, acción que hemos visto en películas inolvidables como "Murieron con las botas puestas", pues bien en esta batalla las tropas de Custer no pasaban de 600 hombres, y los indios combatientes oscilarían entre 1200 y 1500.



"Murieron con las botas puestas", que gran película del Oeste

LA CAMPAÑA
Anza partió el 15 de agosto de 1779 y se llevó consigo prácticamente todos los soldados presidiales de Nuevo México, dejando la defensa a cargo de milicias e indios auxiliares. En total dos compañías de soldados de cuera con 150 efectivos, los auxiliares y unos 1300 caballos. Los soldados presidiales estaban bien entrenados y armados, y cada uno disponía de tres caballos, que podían cambiar durante la batalla para tenerlos siempre frescos y poder seguir combatiendo así durante muchas horas.


Otra representación de un soldado de cuera de caballería

De Anza reunió sus tropas en San Juan de los Caballeros, cerca de la unión de los Ríos Chama y Río Grande y marchó por el Valle de San Luis hacia el Paso de Poncha y luego hacia el Paso Ute, decisión que explica en su diario con estas palabras:
"No será extraño el que advierta aquí que la anual expedición la dirijo por distinto rumbo, y terrenos, de donde se han verificado todas las efectuadas hasta el tiempo presente, a efecto de que no me suceda, tan manifiestamente lo que siempre, de ser descubierto mucho antes de arribar al país que habitan los enemigos, como me informan, es comunísimo, y causa de malograrse las mas campañas, para el mejor logro de la empresa."


Partida de la expedición desde el Presidio de Santa Fe

Tras muchos días de duras marchas, a veces con hielo y nieve al atravesar los pasos de montaña, el martes 31 de Agosto encontraron por primera vez a los comanches, un grupo de unos 800 que estaban montando un campamento y que al ver a los españoles se dieron a la fuga abandonando gran parte de sus pertrechos. Anza los persiguió entablando un combate con su retaguardia, pero no pudo impedir que los comanches se dispersaran, dejando 18 muertos, unas decenas de mujeres y niños prisioneros y cerca de 500 caballos.


Grupo de guerreros comanches

Interrogadas las prisioneras, le informaron de que el jefe Cuerno Verde estaba a su vez en expedición contra Taos y otros asentamientos españoles, y que se había dispuesto una gran concentración de comanches al acabar dicha expedición, concentración a la que ellos mismos se dirigían cuando Anza les había interceptado.
Anza decidió seguir su camino en busca de Cuerno Verde. El 2 de septiembre un explorador avisó a Anza del avistamiento de un numeroso grupo formado por varios centenares de comanches que avanzaban dispersos justo al Este de la actual Greenhorn Mountain. Anza mandó a sus tropas esconderse y echar pié a tierra tendiendo una emboscada a los comanches en la que murieron 8 más, aunque el grueso consiguió escapar aprovechando una gran zanja que se abría en el terreno.


Oficiales españoles a caballo supervisando la disposición de las tropas

Las tropas españolas acamparon tras la zanja y a las 7 de la mañana del 3 de Septiembre volvieron a cruzarla y a perseguir a los comanches, cuando se produjo una de las situaciones más curiosas e inexplicables de la guerra. Un grupo de unos 50 comanches se acercaron a los españoles y comenzaron a hostigarlos con disparos, gritos y cabalgadas, y entre ellos destacaba el mismísimo Cuerno Verde, perfectamente reconocible de lejos por los cuernos de su tocado.
Cuerno Verde estaba en manifiesta inferioridad, con sólo 50 de sus guerreros ante el ejército de Anza, pero por cualquier extraña razón, quizás el odio por la muerte de su padre o el desprecio hacia los españoles a los que había vencido siempre, decidió quedarse, animando a sus escasos hombres e insultando a los españoles, mientras que el grueso de los comanches mucho más prudentes se daban a la fuga lo más rápido posible.


Estos comanches están sacados de un fotograma de una película del Oeste


Juan Bautista de Anza decidió intentar rodearles dividiendo sus tropas en tres columnas que consiguieron empujar a Cuerno Verde y a los suyos hacia la zanja. Cuando se vio rodeado Cuerno Verde ordenó retirarse y aunque algunos indios lo consiguieron Cuerno Verde y varios de sus notables quedaron atrapados en la zanja, donde bajaron de sus caballos y ofrecieron una última y desesperada resistencia hasta que murió el último de ellos. Allí cayeron Cuerno Verde, su hijo mayor, sus capitanes, su hechicero y 10 guerreros a manos de los soldados de cuera.


Soldado de cuera a caballo con todo su equipo, lanza, adarga, escopeta, espada y pistolas. Se trata de una representación bastante fiel, salvo mínimos detalles.

Anza escribió en su diario. "Y no teniendo otra alternativa, desmontaron y fueron hasta el arroyo y usando los cuerpos de sus caballos como barricadas hicieron una bizarra y gloriosa defensa"
Conseguido el objetivo principal las tropas españolas regresaron a casa, llegando a Taos el 7 de Septiembre, localidad que había sido atacada en los días previos por una partida de 250 comanches. Luego Anza siguió el Camino Real hasta Santa Fe, a donde llegó el 10 de Septiembre.

SE FIRMA LA PAZ
Tras la muerte de Cuerno Verde Anza estaba en inmejorable situación para gestionar la paz. Poco a poco fue presionando a los comanches prohibiendo el comercio con ellos, y les convenció para hacer la paz con sus tradicionales enemigos los Utes y para sentarse a negociar, lo que se hizo tras no pocas disputas internas entre las diferentes divisiones de los comanches, pero el caso es que el jefe Ecueracapa (capa de cuero) en nombre de todos los comanches firmó la paz en febrero de 1786, paz que permitía el comercio y que duró los 35 años que todavía estuvimos los españoles en Nuevo Méjico hasta la independencia de aquellas tierras.

El HÉROE RECONOCIDO
De la mayoría de los exploradores y soldados españoles poco queda en el recuerdo, Juan Bautista de Anza es una de las pocas excepciones.


Estatua dedicada a Juan Bautista de Anza en Hermosillo, Méjico

Su descubrimiento de una ruta a California y su labor en Méjico, especialmente en la zona de Sonora, le han hecho merecedor de varias estatuas, pero también de esas estatuas modernas que son las webs monográficas (web de Anza), así como de varias celebraciones, Anza Days.
Curiosamente todas están en Méjico y en Estados Unidos, pero al menos están, aunque no estaría de más que ahora que se hacen centenares de polémicas esculturas para adornar las rotondas dispersas por toda la geografía española, alguna se dedicara a hombres como Anza, Blas de Lezo o Gálvez, por citar sólo a algunos de los muchos españoles que dejaron huella en la historia de América y que sin duda merecieron este honor.


Y esta es la estatua de Anza en San Francisco

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