viernes, 16 de septiembre de 2011

EL CABALLO Y EL TRATO


No hay nada más bello que contemplar los movimientos de un caballo galopando por un valle.
Podríamos definir al caballo como el animal salvaje más dócil que existe, de hecho, montar a caballo es la mayor expresión de libertad.
Los conocimientos empíricos de relevantes hombres a caballo que han existido a lo largo de los últimos dos mil quinientos años, comenzando por Jenofonte, establecieron bases importantes sobre la mejor forma de manejar al caballo, aunque debemos reconocer que generalmente no se han seguido. Desde luego que no todos propusieron procedimientos adecuados de acercamiento, es más, generalmente se mezclaron costumbres rigurosas y hasta violentas de trato, con principios realmente valiosos. Por otra parte, el estudio científico del caballo, entre el de otros muchos animales, ha evolucionado a pasos agigantados durante los últimos sesenta años.

Este vertiginoso desarrollo del conocimiento no sólo se ha dado en aspectos físicos, morfológicos o médicos, sino que también se han abocado a explicar el universo de su mente y sus complejos procesos. Paralela e implícitamente al progreso de los estudios sicológicos, antropológicos, evolutivos, educativos, sociológicos, genéticos, zoológicos y etológicos, dedicados al estudio de la especie humana, se han desenvuelto los conocimientos del caballo y su mente.
Estos dos hechos, el avance de la ciencia y los conocimientos empíricos acumulados, conjugados y complementados el uno con el otro, posibilitaron el surgimiento de una forma diferente de tratar al caballo.

Personalmente, me permití llamarla Manejo Natural del Caballo (MNC). Generalmente, cada conductista en equinos llega a sus propias conclusiones y les pone un nombre que lo distingue de los demás. Es una práctica que considero adecuada, mientras no se arribe a una unificación de criterios.
Un método
Partiendo pues, de la experiencia enriquecida durante casi 2500 años y de la herramienta académica moderna, se logró que esos conocimientos aislados, incompletos, dispersos y muchas veces incongruentes, fueran interpretados correctamente para dar paso a una forma superior de acción apoyada en la sicología, la comunicación y el respeto mutuo, en lugar de seguirlo haciendo sobre la base de la fuerza, el dolor y el temor

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