Subirse por el lado adecuado y tener las riendas firmes son algunos conocimientos básicos que se deben tener a la hora de cabalgar.
El arriendo de caballos en la playa o en el campo es uno de los negocios más lucrativos del verano. Aunque la mayoría de los animales que se usan con esta función son mansos, vale la pena tener en cuenta algunos aspectos para evitar accidentes.
Un buen veterinario sostiene que la primera señal de cuidado es que el caballo muestre rechazo a ser montado. “Si además tienen las orejas hacia atrás es mejor no acercarse, aunque sea tranquilo”, dice.
La forma en que la persona se aproxima también es clave, advierte que el caballo fue tradicionalmente una presa de animales carnívoros, por lo que si alguien se acerca en forma brusca lo interpreta como una amenaza y puede terminar pateando o mordiendo. “Una mordedura equina puede arrancar un dedo y la patada puede llegar a ser fatal”.
Y afirma que lo mejor es acercarse por delante, de frente y mostrándole la mano para que la pueda oler. “Una vez que ha olido, uno puede hacerle cariño suavemente en la cara y el cuello, recién ahí el caballo interpreta que uno no es un peligro para él. Ahí uno lo puede montar, pero siempre por la izquierda, que es el lado por donde generalmente uno se sube”. Cruzarse por atrás es otra cosa que se debe evitar “porque es exponerse a una patada”.
Lo ideal, agrega, es que una persona inexperta monte siempre en presencia de alguien que conozca del tema. “Una vez que uno está montado es importante ir de a poco y no ponerse a galopar altiro”.
Según el veterinario, lo básico es mantener las riendas tirantes constantemente. “Si uno las suelta el animal lo lee como que tiene toda la libertad para galopar o correr y puede descontrolarse”.
Por eso, agrega, hay que tener especial cuidado cuando se trata de niños. “La forma de afirmarse es con la fuerza de las piernas y tener las riendas tensas exige cierta fuerza de brazos, por lo que no es recomendable que un niño chico e inexperto cabalgue solo”.
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