En sus inicios, los mismos dueños eran quienes entrenaban y corrían con sus caballos.
Actualmente, los dueños ponen sus caballos a disposición de los entrenadores que son quienes los preparan para las carreras y los mantienen en buenas condiciones para la competición. También son los encargados de seleccionar las carreras más adecuadas en las que debe competir cada caballo, teniendo en cuenta las aptitudes del equino.A cambio, reciben una contraprestación, que normalmente se fija en un porcentaje de las ganancias.
En las carreras de caballos influyen muchos factores. El principal, dejando a un lado al caballo, es la condición de los jinetes o jockeys profesionales.
La altura recomendable es de un metro y medio y la mayoría son delgados, aproximadamente 48 kilos.
Lo importante es una buena condición física para no resultar una carga al caballo de carreras. Un jockey profesional suele recibir un sueldo fijo más una prima si gana una carrera.
Lo que está más estandarizado es el procedimiento a seguir. Los caballos se ensillan y los jockeys los montan a la vista de los espectadores.
Una vez montados, son dirigidos a la línea de salida y esperan a estar todos colocados para que se dé la señal que abre los cajones de salida.
Las carreras causan mucha expectación, por lo que son controladas por varios jueces y grabadas en una película, además de medir los tiempos de los caballos.
Para igualar la competición, a cada animal se le asigna un handicap. Esto es que le colocan barras de plomo bajo la silla para igualar las diferencias entre el peso asignado y el peso del jockey que lo monta.
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