domingo, 7 de agosto de 2011

EL ESTRÉS Y EL IMPACTO EN EL CABALLO

El estrés y el impacto en los caballos
El estrés y el impacto en los caballos
Por Richard G. Godbee, Ph.D., PAS
Departamento de Biotecnología de la Universidad de Nevada, Reno; Reno, Nevada
El “estrés” es otra versión de la palabra “malestar.”  El malestar se define como un dolor o sufrimiento que afecta al cuerpo, a una parte del cuerpo, o a la mente. Por lo general son fuerzas externas y temporarias que provocan cambios psicológicos, bioquímicos o conductuales.  El estrés consiste en fuerzas negativas que finalmente afectan la salud y el bienestar del caballo.  El estrés puede afectar al caballo desde su nacimiento hasta la edad adulta, a caballos sedentarios y activos, a los que han sido entrenados y a los que no.
Los caballos están expuestos a muchas situaciones que implican estrés.  De hecho, muchos caballos viven situaciones estresantes a diario. Muchas de éstas son “causadas por el hombre” y se relacionan con la rutina de entrenamiento y con las prácticas de control.  Los factores estresantes pueden incluir cambios ambientales, por ejemplo el calor o el frío, el transporte, el entrenamiento de potrillos, el destete, los nuevos entornos o caballos y las heridas o enfermedades.  Algunos caballos aprenden a adaptarse o a hacerle frente a los factores estresantes de sus vidas.
Cualquier situación estresante afecta de forma inmediata el sistema endocrino del caballo.  Las hormonas del estrés, epinefrina y norepinefrina, se liberan a través del sistema nervioso simpático.  Estas hormonas inician la respuesta “de lucha o huída” y pueden provocar un aumento de la presión sanguínea y de las frecuencias cardíacas y respiratorias.  El estrés extremo o crónico comienza cuando se libera el factor de liberación de la corticotropina, que hace que se libere el glucocorticoide cortisol.  El cortisol ayuda a que el caballo descargue el estrés al incrementar inicialmente el metabolismo de la glucosa y proporcionándole más energía para la “lucha.”  Mientras que este efecto del cortisol es beneficioso al comienzo de una situación estresante, al final la cortisona disminuye la captación de la glucosa en la célula y puede tener un impacto negativo en el metabolismo energético.  De hecho, esto puede provocar una deficiencia de energía.  El síndrome general de adaptación (GAS, por sus siglas en inglés) es el resultado fisiológico de este problema del metabolismo energético.  El GAS se puede dividir en un evento metabólico de tres períodos.  El período uno es el período de alarma, el período dos es el de resistencia y período tres es el exhaustivo.
El aumento de los episodios de estrés (exposición crónica) y la liberación de cortisol tendrán un impacto negativo en los sistemas inmunológico, digestivo, reproductor y cardiovascular y en el comportamiento.  También se puede presentar un aumento de úlceras gástricas, cólicos y diarrea debido al estrés.  El impacto negativo en el sistema inmunológico se puede determinar al medir la proporción de neutrófilos y linfocitos.  La proliferación de linfocitos se suprime con el cortisol.
Los caballos son muy individualistas y como tales responden al estrés de maneras diferentes.  Existen métodos, además de los fisiológicos, para determinar cómo responde un caballo al estrés.  Algunos caballos responden de forma perceptible, pateando, haciendo zigzag en el establo o mostrando nerviosismo extremo.  Las experiencias nuevas provocan una respuesta rápida como “pérdida de control”.  Sin duda, la genética y las experiencias ambientales también influyen.
Si el estrés tiene un impacto tan negativo en el caballo y su salud, ¿cómo podemos reducirlo? Tratar a cada caballo en particular, definitivamente será de gran ayuda.  Entender la jerarquía del grupo, introducir nuevos métodos de entrenamiento, otros caballos, etc. Todo juega un papel importante para ayudar a disminuir el estrés.  Es frecuente que un caballo trabaje bien en el corral de entrenamiento o en su hábitat, y sólo tenga problemas cuando se aleja del entorno familiar.  Se ha demostrado que el estrés asociado con el traslado puede tener un efecto negativo en el caballo durante varias horas luego de ser descargado.  Reconocer los factores estresantes y el impacto que producen en cada caballo, y luego implementar los cambios de control necesarios, reducirá los efectos del estrés.
Existe un grupo de fármacos provenientes de plantas que también pueden ayudar a que los caballos se adapten a situaciones estresantes y a disminuir los efectos negativos del estrés.  En la década de 1950, fisiólogos soviéticos comenzaron a estudiar este grupo de plantas para uso de los atletas de elite.  Las llamaron “adaptógenos” por su capacidad de ayudar a que el cuerpo se adapte a su medio ambiente.  Morinda citrifolia (noni) es una de esas plantas.  Los adaptógenos pueden afectar las primeras dos etapas del síndrome general de adaptación y moderar las reacciones celulares que se producen en caso de estrés.  Se ha demostrado que mejoran la captación de glucosa en la célula, mejoran la utilización de oxígeno y el intercambio gaseoso en los pulmones.  También se cree que mejoran la lipólisis, la transformación de grasa en energía.  Son inmunoestimulantes muy potentes, que ayudan a fortalecer el sistema inmunológico.  La incorporación de vitamina E también es muy útil para mantener el sistema inmunológico.  Los efectos positivos de los adaptógenos son muy importantes para disminuir el daño del estrés.
Si tratamos a cada caballo en forma particular y utilizamos hierbas adaptogénicas, es posible disminuir los efectos del estrés en los caballos de todas las edades

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