jueves, 16 de febrero de 2012

CUENTOS DE CABALLOS


Leyendas y verdades
(Texto extraído del libro "EL Purasangre Árabe" de Kristian Feanux, Manuales El Caballo)

Hay tanto escrito sobre el origen del purasangre árabe, que a primeravista parece imposible sacar nada en limpio. El mito y la realidadestán entremezclados de tal manera que nadie, hoy, puede garantizarnada. Además, casi todo se basa en la tradición oral, y esto tampocofacilita las cosas.

Sobre el origen del purasangre árabe, lo mínimo que se puede decirsería que es bastante difícil distinguir entre mito y realidad. Luego,como problema añadido, resulta que el mito es tan bonito y suena tanbien, que a menudo se nos antoja hasta más real y más creíble que lapropia realidad fría y racional.

Así, según una de las tradiciones más clásicas del mundo árabe, lospurasangres árabes descienden todos de los caballos de Ismael, el hijode Abraham. Dios le regala a Ismael cien caballos, que salen del mar yse quedan a vivir en los alrededores de La Meca. Ismael los recoge ylos guarda en un corral, los hace criar y los monta, y es el primerhombre que monta y doma el caballo. Esto lo escribe Hicham ibn Said ibnKelbi, en "Al Kitab Nasab al Khil", publicado en el siglo IX en Bagdad,y el autor recoge estos datos de Mohamed ibn Saib, que los tiene de AbuSalah, que a su vez obtuvo la información de Ibn Abbas, que vivía entiempos del profeta.

Otros, como Ibn Hodeil al-Andalusi, que también se refiere a Ibn Abbas,pregonan que todos los purasangres árabes son descendientes de Zad ElRakeb, un semental procedente de las cuadras del rey Salomón, regaladoa la reina de Saba. Luego a este semental se le cruzó con dos grupos deyeguas. Primero con yeguas de la tribu Wabar, descendientes de Umán,hijo de Lud, hijo de Sem, hijo de Noé, y que es según esta tradición lafamilia de yeguas más antigua y pura de todas, ya que su genealogía nosacerca prácticamente hasta los tiempos del diluvio. Las otras yeguas,como no, son las hijas de los caballos del corral de Ismael. Ibn Kelbitambién se refiere a estos cruces y cita una línea de un total deciento cincuenta y siete ejemplares puros, desde Zad El Rakeb hasta elsiglo IX.

Más cerca de nosotros, León el Africano (nacido en Granada pocos añosantes de 1492)considera que los purasangres árabes descienden decaballos salvajes, rápidos y muy ágiles, que viven en los desiertosárabes, desde Siria hasta Egipto y el norte de Africa, y que seempiezan a domesticar en tiempos de Ismael. Luego está la leyenda delas cinco yeguas de Mahoma, que produce las grandes familias dentro dela raza pura, y luego, mucho más recientes, estudios que intentanbasarse en realidades arqueológicas y que sitúan el origen delpurasangre árabe mas o menos en el tercio norte de Mesopotamia.
El mayor de los mitos, el más difundido, el más persistente, el másromántico también, quizás sea el que nos cuenta que el purasangre árabeha vivido desde siempre en la parte central de la península arábica, enel Nejd, en lo que es hoy el desierto del Nejd.

Como un caballo ideal y casi invisible, vive en este desierto que sedescribe como un paraíso, fértil y de clima suave hasta que unaprofética maldición lo transforma en uno de los desiertos más duros ydesolados del mundo. En este lugar ideal y escondido vive el purasangreárabe y se reproduce en un equilibrio perfecto con su entornoecológico, esperando que los nómadas lo descubran y domestiquen, entiempos de Ismael. Luego, con la llegada de Mahoma, y de la mano delIslam, el purasangre árabe hace su entrada triunfal en el mundo real.

Bonito, sí, pero no hay ni una sola prueba arqueológica paraconfirmarlo. Como mínimo, la mayoría de los historiadores se muestranmuy escépticos, y luego nuestro sentido común tiene sus lógicas dudas.
Zonas geográficas
Cuál es, cuál podría ser, entonces, el origen geográfico de nuestropurasangre árabe? La península arábica está prácticamente rodeada porel mar : Mar Rojo, Océano Indico y Golfo Pérsico. Luego en el noreste,los ríos Eufrates y Tigris, y en el noroeste, el Mar Mediterráneoterminan de delimitar la región. Según los datos disponibles hoy,parece ser que es en esta zona que nace y se forma el prototipo denuestro purasangre árabe, siendo su cuna con toda probabilidad la partemás septentrional de los ríos Eufrates y Tigris, la parte norte deMesopotamia, lo que aproximadamente sería hoy el Kurdistán. En estazona se ha encontrado un pequeño bajorrelieve que nos enseña un caballoelegante al galope, y que data de 8.000 años antes de Cristo.

En 1.700 a.d.C., la pequeña ciudad-estado de Karkemish, en esta mismaregión, a orillas del río Eufrates, ya es famosa por sus caballos.Karkemish, a mitad de camino entre las ciudades de Alepo y Urfa, y muycerca de la actual Jarabulus, en la frontera entre Turquía y Siria, esen aquellos tiempos el más importante mercado de caballos ligeros.Tenemos un escrito del rey Aplachanda de Karkemish, en el que leinforma a otro rey, cliente suyo, que de momento no dispone de caballostordos para venderle, pero que sí le puede mandar caballos castaños, silo desea, y que le avisará cuando disponga de tordos.

Esto quiere decir que ya en aquellos tiempos existía una ganaderíaorganizada de alguna manera y con unos objetivos definidos, aunqueestos solo son el color de la capa, por lo poco que nosotros sabemoshoy.

El norte de Mesopotamia es durante muchos siglos la cuna de nuestropurasangre árabe. En Ur, mucho más al sur, y también a orillas delEufrates, y más cerca del Golfo Pérsico, las primeras referencias datandel año 2.000 a.d.C.. Una tablilla del archivo del rey Bursin, de latercera dinastía de Ur, así nos lo indica. Esta tablilla de arcilla esun inventario de las cuadras del rey y nos habla de alojamiento parasetenta y ocho cuadrigas.
Referencias históricas
Hay referencias de caballos en Palestina a partir de 1.700 a.d.C., y enEgipto a partir de 1.580 a.d.C. Una yegua momificada, encontrada enEgipto, data de 1.440 a.d.C., y esta momia llevaba una silla con cinchay tiene una alzada de 127 centímetros. La cabeza es típicamente árabe.El número de vértebras es de 33 para el cuerpo y de 14 para la cola, yesto es también típico para el purasangre árabe, que suele ser máscorto que otros caballos, proporcionalmente hablando, y tener algunavértebra menos.

Estos son probablemente los restos más antiguos de un antepasado denuestros purasangres árabes actuales. El prototipo del purasangre árabeya existe, pero los beduinos del desierto, que con toda probabilidad yalo conocen, todavía no lo utilizan, y faltan siglos.

El historiador griego Heródoto, 450 años a.d.C., describe a losbeduinos montados sobre camellos, y Estrabón, al principio de nuestraera, escribe, cuando nos habla de la península arábica: "No he vistocaballos, que no los hay por aquí, pero en su lugar se empleancamellos."

El poeta griego Opiano es uno de los primeros que nombra al caballoárabe, cuando lo califica de excepcional para la caza, a primeros delsiglo II. También hay documentos que hablan de la importación decaballos nobles de Egipto y de Mesopotamia. Y doscientos años más tardeya se tienen caballos en suficientes cantidades para la guerra.Marcelino Amiano, en el siglo IV, comenta que "los Sarracenos atacanmontados en caballos ligeros y pequeños, pero inagotables", y añade que"gracias a sus caballos veloces y ágiles, los Sarracenos parecen estaren todos los sitios al mismo tiempo."

Hoy se supone que los árabes, los pueblos nómadas de la penínsulaarábica, empiezan a criar caballos a principios de nuestra era, quizásun poco antes. En pocos siglos, consiguen, gracias a una selecciónesmerada, los más fuertes, los más resistentes, los más ágiles, los másrápidos. Aquí y ahora, uno se pregunta por qué empiezan tan tarde acriar, ya que parece impensable que no conociesen la existencia de loscaballos.

La razón del Desierto
El profesor Klijnstra, historiador holandés experto en este tema de losorígenes del purasangre árabe, explica que hay dos razones principales: la gran calidad de los camellos y los problemas de adaptación de loscaballos al entorno hostil y duro del desierto. Los nómadas tienencamellos de montura y camellos de carga, mucho mejor adaptados a lasprivaciones del desierto. Los caballos nobles proceden de zonas mástempladas, y el desierto solamente conoce extremos : calor intenso yheladas fuertes.

A principios del siglo XX, el número de potros que llegan a la edad deadultos en el desierto es de menos de la mitad del número de potrosnacidos. Los más fuertes y más resistentes son los únicos que consiguensobrevivir. La selección natural es implacable, lo mismo para el hombreque para el caballo, y esta selección natural es la que le da alcaballo árabe su extraordinaria dureza y resistencia. Con su fanatismosobre la pureza de la sangre, el beduino defiende a su caballo contrala introducción de sangres inadaptadas o nocivas, y crea el primerpurasangre, el caballo que será simiente y origen de todas las razas decaballos ligeros del mundo. La vida diaria en este medio natural tanhostil del desierto, donde todos dependen de todos para sobrevivir, uneel purasangre árabe al hombre en quien tiene una confianza ilimitada yle da esta fidelidad incondicional que tanto le caracteriza.

Cuando llega Mahoma, se encuentra con unos caballos que ya son famososy temidos en todo el mundo de su tiempo. Las tribus del desierto sededican con verdadero fanatismo a la cría de estos caballosexcepcionales. Y Mahoma, como buen estratega, comprende muy pronto laimportancia de la caballería ligera para sus propósitos, y convierte lacría de caballos puros en un deber religioso.

Ahora, el purasangre árabe llevará el Islam hasta Trípoli, conquistarátodo el Magreb, y llegará a España y a Francia hasta Poitiers. En eleste, llegará hasta pasar las orillas del río Indo y conquistaráCachemira. Cuando el Islam retrocede, el purasangre árabe se queda. Hacambiado las guerras y las batallas. Su importancia en la Guerra Santasolamente se podría comparar con la de las divisiones acorazadasdurante la Segunda Guerra Mundial.

Al Khamsa, las cinco yeguas de Mahoma

Entre las muchas leyendas sobre su origen, hay una que dice que todoslos purasangres árabes descienden de las cinco yeguas preferidas deMahoma. Hoy, las opiniones sobre el origen del purasangre árabe sonmuchas y dispares, y las más fundadas no se basan en esta leyenda. Peroaún así, no cabe duda de que las recomendaciones del Profeta, conrecompensas en la vida eterna para los criadores de caballos puros, sonlas que han lanzado al purasangre árabe a su actual posición de padre ycreador de todas las actuales razas de caballos ligeros selectos.

La leyenda de las cinco yeguas es una de las clásicas referenciascuando la literatura árabe habla de los orígenes del caballo árabepuro. El profeta Mahoma, un día, manda recoger más de cien de entre lasmejores yeguas de sus ejércitos, y las manda encerrar en un corral,construido cerca de un riachuelo, aguadero conocido por las yeguas yfamoso por su agua cristalina y fresca. Aquí el número mágico de lascien yeguas lo podemos comparar con el de los cien caballos regalados aIsmael.

Las yeguas, en el encerradero, no disponen de abrevadero ni tienenacceso a agua alguna. Así los tiene, a pleno sol, durante unos días.Luego el Profeta manda abrir los portones y las yeguas se lanzan, atodo galope y relinchando, en dirección del agua. En este precisomomento, Mahoma ordena tocar la corneta para llamarlas. Para muchasyeguas, la sed es más fuerte que la obediencia, pero cinco de ellas danmedia vuelta antes de beber ni una sola gota de agua. A pesar de lased, acatan la señal y vuelven con sus dueños.
El Profeta las bendice acariciándoles las crines de la frente con sumano y les da a cada una su nombre : Obayah, Kuhaylah, Saqlauiyah,Hamdaniyah y Habdah. Son, desde entonces, las cinco yeguas del Profeta,Al Khamsa al Rasul.

Según Carl Raswan, esta es la leyenda en su versión original. Raswan,un alemán cuyo apellido de origen es Schmidt, ha vivido diecisiete añosen el desierto arábico con los beduinos Ruala, a principios de estesiglo. De entre sus muchos escritos tenemos que destacar el 'RaswanIndex', una obra en siete tomos, muy técnica, y en la cual resume todossus conocimientos y sus creencias referentes al caballo árabe, suorigen, su situación actual y su pureza. El último tomo lo termina tressemanas antes de morir, en 1966.

Aunque se le ha criticado mucho y él mismo siempre ha sido radical ypoco diplomático en muchas de sus afirmaciones, su recopilación dedatos dispersos o difícilmente accesibles es un legado excepcional parala humanidad. Se esté o no de acuerdo con algunas o con muchas de susopiniones siempre tajantes e inapelables, hay que reconocer que Raswanha dedicado toda su vida a la descomunal tarea de investigar al caballoárabe.

Estas cinco yeguas son, según Raswan, las originales, las cinco yeguasdel Profeta. Y las llama precisamente así para distinguirlas de otrascinco yeguas, las cinco hijas del famoso semental de un amigo deMahoma, Dinari, que se llaman : Dahmah, Umm-Urkub, Yilfah, Chuwaymah yMuniquiyah. Pero, reconoce Raswan, los nombres se intercambian amenudo, dependiendo de la fuente, ya que cada tribu suele incluir laslíneas que posee entre las elegidas por el Profeta. El intercambio másfrecuente se da al incluir Muniquiyah entre las cinco yeguas de Mahomay meter Habdah entre las de Dinari. Conocida la aversión de Raswan porlas líneas Muniqui, se comprende que no las haya querido admitir en elreducido grupo de las más importantes. También hay otras listas, peroen general la distinción se limita a tres familias, los Kuhaylan, losSaqlaui y los Muniqui, con, eso sí, un montón de sublíneas derivadas.
Las cinco elegidas son, siguiendo con la leyenda, a partir del famosodía del toque de corneta, las monturas favoritas de Mahoma y sus fielescompañeros Alí, Omar, Abu Bakr y Hassan.
Hay otra tradición, más antigua que el Islam, y que ya nos habla de las famosas cinco yeguas.
Rabia al-Khayl cuenta, nueve siglos a.d.C., según los historiadores,una leyenda que se asemeja mucho a la de las cinco yeguas de Mahoma,con una piara de yeguas sedientes de las cuales cinco obedecen a lallamada de su dueño.

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