Si buscamos un municipio típica y tópicamente campiñés ése es Santaella, de lo cual se desprende de forma inmediata una actividad prioritariamente agraria en la que casi la mitad de la población ocupada (el 48,1% ) se integra en este sector, en tanto que el terciario - servicios - ocupa el segundo lugar en importancia acogiendo al 33,6% ; por último, industria y construcción dan empleo al 17,7% . No menos paradigmática es la fertilidad de su amplísimo término que permite aprovechar para la agricultura el 99,47% de la superficie de las explotaciones censadas y que, por otra parte, justifica una tradición cerealista imposible en lugares con suelos menos ricos. El que 20.929 hectáreas (el 85,60 ) se dediquen a herbáceos dejando el olivar - adaptado a suelos más endebles - reducido a 3.316 hectáreas (13.56 %) y sin apenas representación del viñedo da idea clara de lo que decimos.
En cuanto a la estructura de la propiedad, la presencia en el pasado de una propiedad nobiliaria y eclesiástica ha derivado hacia un latifundismo representado - en 1983 - por 39 propietarios (el 2.5 del total) que con una propiedad media de 289,30 hectáreas, acumulaban nada menos que el 42,4 de la superficie agraria.
Pero esta situación es sólo el residuo de la lógica erosión sufrida por el latifundismo de siglos anteriores de manera que del proceso de disgregación de algunas de las grandes explotaciones - en el que la intervención oficial también tuvo cabida - han surgido igualmente un alto número de pequeños propietarios. Es por ello que en 1983 se contabilizaban 1.272 explotaciones (el 82,4 ) con menos de dieciséis hectáreas y con una superficie media de 3.33 Ha. Aunque en conjunto no controlaban más que el 15,9% de la superficie cultivada su importancia es grande por ser éste el escenario principal de los cambios productivos más significativos, vinculados al regadío y al plan Genil-Cabra.
La presencia de este ejemplo de agricultura intensiva no ha sido suficiente para cambiar radicalmente las tendencias económicas en Santaella. donde el 74,5 de la población ocupada sigue siendo asalariada, en tanto que tan sólo son trabajadores independientes un 16,6 y empleadores un 4,1 °/o.Sin embargo, parece que la repercusión sobre el desempleo sí que se ha dejado notar, pues los índices de paro de esta población se encuentran entre los más bajos de la Campiña: el 9,20% de la población activa padecía desempleo en 1985, incrementándose tan sólo hasta el 9,69 en 1987. Aunque la nueva realidad de los regadíos no la reflejan aún las estadísticas del censo agrario consultadas para elaborar el texto de Economía, conviene añadir, por la importancia que representa para el futuro de Santaella, que el plan de riegos Genil-Cabra afectará a un total de 17.606 hectáreas de su término, de las que a finales de 1992 estaban ya instaladas 11.742, de ellas, 4.910 correspondientes a la primera fase y 6.832 a la segunda.
Buena parte de estas tierras fueron adquiridas en su día, mediante expropiación, por el IRYDA y el IARA, que heredó sus competencias y que las asignó a los solicitantes -generalmente trabajadores agrícolas del término- con arreglo a baremos que primaban aspectos sociales. En la primera fase la Administración realizó concesiones, con acceso a la propiedad, de explotaciones familiares entre 15 y 20 hectáreas de extensión, mientras que en la segunda fase, las concesiones de explotaciones comunitarias sin acceso a la propiedad se han hecho a favor de cooperativas y sociedades agrarias de transformación constituidas con tal fin.
Los nuevos regadíos van transformando paulatinamente el paisaje agrario de Santaella (el término más beneficiado por el plan GenilCabra), reemplazando el tradicional cereal de secano por nuevos cultivos, como ajos, espárragos, hortalizas, algodón, remolacha y otros. Paralelamente a esta nueva realidad agraria, hay proyectos de crear industrias agroalimentarias que transformen y comercialicen los nuevos productos para que el valor añadido quede así en la provincia. Dentro de esta línea, aún incipiente, se inscribe la cooperativa Ajosur, dedicada al envasado y comercialización de ajos, que es la industria más importante de Santaella en la actualidad.
Esta proverbial y rica economía agraria de Santaella se completa con un sector terciario de cierta importancía numérica y, tal como suele ser habitual en la mayoría de los campiñeses.
La industria, finalmente, es biena escasa y la población ocupada propiamente en ella - dejando al margen la construcción - es tan sólo el 5,8%. Se trata por consiguiente de una industria de subsistencia, en la que la transformación primaria de algunos productos agrarios y los imprescindibles talleres constituyen los ejemplos más significativos.
GANADERÍA La idoneidad de la tierra para el cultivo ha hecho que Santaella no sea especialmente rica en ganado. Las explotaciones pecuarias nunca han sido aquí de gran importancia, si exceptuamos la equina.
"Patria de los mejores caballos del mundo", llamó Cervantes a Córdoba. Y aún pervive parte de aquella fama, como pregonan las buenas cuadras actuales, entre las que destaca la yeguada Lovera. Especializada en la cría de caba líos de pura raza española, tiene su sede en la finca Guijarrillo, de Santaella compartida hoy con la dehesa Cantarín, en Archidona. Ostenta esta yeguada el apellido de su fundador y propietario, el emprendedor y ejemplar empresario cordobés Enrique Lovera Porras, quien la fundó en 1948, con ejemplares de la antigua Yeguada Militar de Moratalla (Córdoba); Yerro del Bocado, de Puerto de Santa María (Cádiz), y Hermanos Baones, de Huelva.
La yeguada Lovera es actualmente una de las mejores de España en su género, como avalan los numerosos premios -más de 220 en los últimos doce años, entre ellos 24 medallas de oro, 41 de plata y 45 de bronce- logrados en competiciones del máximo nivel, como el Campeonato de España, el Salón Internacional del Caballo de Sevilla y la Feria del Caballo de Jerez, donde ha obtenido repetidamente el premio a la mejor ganadería. Un gran triunfador de este hierro fue el caballo Kan II, campeón de campeones en 1980.
El caballista E. Rioboó describe los ejemplares de la yeguada Lovera -qua hoy dirige Miguel Lovera García, hijo del fundador- como "de perfiles ligeramente subconvexos; predomina la capa torda, crines y colas abundantes, mirada viva y expresiva, buen carácter y temperamento, con una magnífica aptitud para la doma; suelen tener movimientos espectaculares, con grandes extensiones y elevaciones en el trote". Las especialidades de la yeguada son la doma vaquera y clásica y la doma de enganche, tanto de exhibición como de competición. |
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