miércoles, 12 de octubre de 2011

CABALLOS

Lusitano

Características de la Raza
Los colores predominantes del Lusitano son el alazán, el castaño y el tordo. La cabeza está bien proporcionada, de largura media y estrecha, con la mandíbula pronunciada y el perfíl ligeramente convexo.
Sus ojos son grandes y luminosos, con forma de almendra, y sus orejas son pequeñas y curvadas hacia el centro en las puntas.
El cuello es bastante grueso, de longitud media y curvada. El empalme del cuello con la cabeza es estrecho y limpio.
La cruz está bien definida, con una transición suave entre el cuello y el dorso. Su dorso es corto pero fuerte y la grupa la tiene muy redonda. La cola es bastante baja.
El pecho es muy ancho, y las espladas las tiene muy musculosas.
Sus antemanos y muslos son largos y fuertes. Sus patas son robustas pero finas, con articulaciones sólidas, y cascos duros. Este caballo es extremadamente poderoso.
El caballo Lusitano es de gran voluntad y muy simpático, noble y generoso. Es una raza tranquila distinguida por su inteligencia.
Orígenes

Evidencias arqueológicas nos indican que el caballo Lusitano, o su antepasado, el caballo Sorria , ha habitado la Península Iberíca desde el 25.000 AC. Las pinturas de las cuevas, del 20.000 AC, representan retratos de caballos y actividades relacionadas con la cultura equina. También se han encontrado pequeños utensilios de hueso que se usaban para hacer cuerda con el pelo del caballo.
Sus Antepasados
El caballo Sorraia permaneció aislado durante varios milenios en el Sur de la Península. El distinguido historiador Ruy d'Andrade sugirió que en el Neolítico (4000 AC) las tribus nativas usaban a estos caballos para la guerra. Alrededor del 3000 AC las tribus Ibéricas, procedentes del Norte de África invadieron la peninsula, la cual fue nombrada tras su llegada.
La Influencia Berebere

En 711 DC los musulmanes iniciaron la invasión de la Península Ibérica, que entonces se encontraba dominada por los Visigodos, y aquí se quedaron hasta el final del siglo XV.
Se ha escrito mucho sobre la influencia de los caballos Árabes en los Ibéricos. La cosa es que aunque políticamente fuese una invasión Árabe, étnicamente los invasores eran Bereberes. El lider de esta primera invasión era un Moslem Berber, llamado Tariq ibn Ziyad, quien lideró a más de 12.000 Sarracenos por el estrecho de Gibraltar a España. Estas personas trajeron algunos de sus caballos nativos (no muchos por las dificultades de pasar el estrecho con ellos), que más tarde acabarían cruzando con los caballos nativos de la Península.
No se sabe la influencia que tuvo cada raza en la otra, pero de lo que sí se está seguro es que el intercambio de sangre fue muy beneficioso para ambos, y que como consecuencia, podemos encontrar muchas similitudes entre las dos razas, hasta el punto que el Barb moderno se parece tanto a los caballos Ibéricos como a los Criollos (los caballos de Sudamérica). Al estar España y Portugal casi 800 años en guerra con los moros, ambas razas se convirtieron en caballos de guerra, realizando l os ejercicios que ésto requería.
El Lusitano "antiguo" se convirtió en un excelente caballo de guerra, y por eso los Conquistadores los introdujeron y dispersaron por las Ámericas, teniendo una gran influencia en la cultura equina de los Gauchos, Charros y Llaneros. En el siglo XVII el caballo de guerra Ibérico, o Jennet como se le había empezado a llamar, se había vuelto importante no sólo en los campos de batalla, sino también en las grandes academias de monta fundadas en Francia, Alemania, Italia, y Austria. Pero Portugal ya les había adelantado al usar a estos caballos para torear y para la Alta Escuela. Es aquí cuando nos empezamos a encontrar con el Lusitano más parecido al de hoy en día.

Especiales para la práctica del “Arte de la Jineta”; escuela de equitación de origen morisco. Relato de Luis Buñuelos en su libro de la Jineta.
Dice que son los únicos que merecen el nombre de caballos por sus cualidades. Talla, lindeza de cuello, pechos, cara, ojos, caderas. Caballos que son muy superiores a los demás.
En correr y parar no hay nada igual. A los 7 años comienzan a rendir y duran hasta los 24 años.

Su origen y su esmerada crianza
En tiempos de Carlos V (1500 – 1556), a Don Luis Manrique, hijo de los Duques de Nájera, le dieron la Encomienda de Córdoba, y en ella empezó a criar caballos y a juntar yeguas. Le compró a Don Diego de Aguayo yeguas consideradas las mejores de España de la época. También le compró a Don Pedro de la Cueva, que tenía en Guadix y Basas, y trajo un potro de Jerez de la Frontera y con ellos comenzó su crianza por un año.
Un día estaba Don Luis mirando en la puerta de su casa que daba a una calle tranquila, cuando vio aparecer por ella un harruquero en un caballo tordillo negro, con la tusa muy blanca y muy crespa. Cuando lo vio el harruquero, le pegó con los talones al caballo y fue corriendo hacia él, a una velocidad tremenda, y entró parando en la patas en forma maravillosa.
Don Luis quedó perdido por el rocín, y se lo compró a pesar que estaba en los huesos y tenía las manos chuecas y los pies cerrados; aunque el resto era muy bueno.
Entró el caballo a la caballeriza y le dieron el mejor alimento y cuidado. A los pocos meses se convirtió en el caballo más lindo que se haya visto. De las rodillas hacia arriba una pintura; de crines tan largas y onduladas que le arrastraban por el suelo y con un mazo de cola llena de cerdones y muchos crespos de nacimiento. En el correr y parar nunca se vio igual y poder moverse para adelante y para atrás, y si le daban con los pies salía volando.
El harruquero se llamaba Guzmán, y contó que el caballo lo compró a un mesonero, el que luego visitó Don Luis Manrique y le contó: llegaron a su posada siete u ocho moros en caballos a la jineta y que decían ser embajadores del Rey de Marruecos, que iban con una embajada al Emperador Carlos V. La noche que llegaron le dio un cólico al rocín y lo dejaron, ya que se iba a morir. Le dijeron que tratara de cuidarlo ya que dijeron que era de la mejor casta de la Berbería.
Luego de este relato, Don Luis lo echó a sus yeguas, naciendo excelentes caballos. Al morir Don Luis, muchos caballos los heredó el Rey Felipe II (1556) y otros regaló a sus amigos. El Rey vendió algunos que compró Don Martín Fernández de Córdoba y sacó magníficos caballos. Luego, el Duque de Sossa de Milán le compró varias yeguas a Fernández de Córdoba, y su caballerizo mayor se llamaba Juan de Valenzuela, a quien el Duque cuando volvió a Italia le regaló muchas yeguas, que las conservó puras toda su vida, siendo el caballero más conocido de su tiempo. Su hijo Jerónimo de Valenzuela las heredó y las vendió y regaló a sus amigos.
García Hurtado de Mendoza trajo a Chile algunos de estos ejemplares, en 1557. De 20 años, hijo del Virrey del Perú, perteneciente a una de las casas feudales de mayor jerarquía de España, fue un eximio aficionado a los deportes ecuestres y lo practicaba a la española o a la morisca. Trajo 42 caballos escogidos para su montura, muy lujosos, que usaba para lucirse en los desfiles y juegos en la Plaza de Armas.
Al irse de Chile dejó sus caballos, que quedaron en manos de criadores españoles como Don Juan de Cuevas.
La raza chilena heredó los crines y movimiento en riendas, como también el acodo en las patas.
Los conserva la Escuela de Lippizzanos en Austria.





El caballo Español de Estirpe Cartujana.
En el año 1476, los Frailes Cartujos de Jerez de la Frontera, compraron 10.000 acres de terreno, además de dos Monasterios en Sevilla y Cazorla, donde se dedicaron a la selección de Sementales de origen Africano y Oriental, que mezclavan con yeguas autóctonas, sin admitir ninguna otra corriente de sangre.
Con gran dedicación y esmero lograron una crianza con una gran pureza, que los llevó al fanatismo de "excomulgar" a los que se apartaban del Estilo Ecuestre Nacional.
Con esta exhaustiva selección lograron que a fines del siglo XV, se formase una Raza de caballos llamados "Caballo Andaluz". Lo que se vió favorecido además porque tuvo el gran apoyo de que los Reyes Españoles dieron privilegios especiales a los que criaban caballos de esta estirpe.
A mitad del siglo XVII, durante el XVIII y en especial el XIX la Raza retrocede francamente, debido en parte a que los Mariscales de Napoleón se llevaron los mejores ejemplares, con lo cual diversas "líneas de sangre" se extinguieron, además de agregar la introducción de "sangres extranjeras" que los mezclaron.
A pesar de estos hechos los Monjes Cartujanos lograron que sus ejemplares se salvaran de esta debacle, y no les ingresaran sangres extrañas.
Especial importancia tuvo el Semental "Esclavo" que pertenecía a los Hermanos Zamora, ganaderos de Jerez, de mitad del siglo XVIII, potro que que fue "Jefe de Raza" y tuvo fundamental influencia en los famosos Cartujanos.
Los monjes compraron unas yeguadas decendientes de este famoso semental, y se preocuparon de mantener y purificar sus virtudes.
En el año 1810, a causa de guerras políticas los Monjes Cartujanos perdieron su yeguada, que con tanto celo y preocupación habian cuidado por tantos años. Para evitar que se los quitaran los Franceses los escondieron en "Breña del Agua" logrando salvalrlos.
Por ese motivo el Présbitero Don Pedro José Zapata y Caro, fundador del Hospital de Arcos de la Frontera, compra parte de la yeguada a los monjes en que se incluyen 60 yeguas y 3 sementales, de los cuales Diamante fue el mas considerado.
Se inciaba con esto la yeguada Cartujana del "Hierro del Bocado", marca a fuego de los caballos procedentes de los monjes.
Don Pedro muere en 1850 y la hereda su hijo Don Juan José Zapata Bueno, casado con Doña María Romero de Aragón, que al enviudar le quedan un total de 220 yeguas.
Ella vende en 1857 algunos ejemplares a Don Vicente Romero García quien agrega a la marca una "C". Años después compra el resto de la yeguada a la menor de las hijas de doña Maria Romero, y además la marca original.
En esos años se destacan los potros "Escogido", "Regente", "Volador" y su hijo "Valenciano", "Furioso" de capa negra, "Emboscado".
En el año 1897 compra algunos ejemplares Don Cristóbal Romero Zarco entre ellos "Vizcaino" de pelo tordillo y "Pastorcito" de pelo negro, ademas de 24 yeguas madres. En el 22 de mayo de 1911 muere Don Vicente Romero y su viuda hace cuatro lotes que vendió.
Uno lo hizo don Vicente Llaguno de México; otro Don Gabriel Mateos Diaz, otro don Vicente M. Romero y el cuarto lote su sobrina Doña Rosario Romero, viuda de Dominguez, que también compró las dos marcas, con y sin "C".
Doña Rosario mantiene las dos marcas separadas hasta 1923 en que fallece y sus hijos forman la En 1933 muere Don José Dominguez que era el que administraba la yeguada y ésta es vendida a:
1º Don Francisco Chica Navarro, que posteriormente las venderia a la Yeguada Militar, y a Don Fernando C. de Terry con la marca "Hierro del Bocado".
2º Don Deogracias de Balbuena compra 24 yeguas, el que a sus muerte hereda su sobrino Don Fernando Vara Mira.
3º Al Vizconde de la Montesina 12 yeguas y un caballo;
4º Por último a Don Pedro Domecq y Nuñez de Villavicencio, el 2 de febrero de 1934, que incluye 30 yeguas y 10 potros y el "Hierro del Bocado" con la "C".
En 1937 muere don Pedro Domecq y Don Roberto Osborne compra la ganaderia el que dos años mas tarde vende a varias personas, entre los cuales Don Fernando de Terry compra el "Hierro del Bocado" con la "C".
Esta ganaderia es la actual ganaderia de Española de Estirpe Cartujana, que luego pasó a poder del Patrimonio del Estado.
Luego de diversas transacciones el año 1983 el Patrimonio del Estado se adquiere los caballos disgregados. En 1990 el Patrimonio del Estado asume definitivamente la yeguada y además los dos "Hierro del Bocado" y la "C".

Actualmente la Ganadería se encuentra ubicada en un campo de 290 hectáreas de nombre "La Fuente del Suero", en el término Municipal de Jerez de la Frontera.
Estos campos hace 500 años atrás pertenecieron a los Monjes Cartujanos, donde se originaron estos mismos caballos, que hoy dia constituyen el caudal genético más puro y apreciado de la Raza Española.
La yeguada es asesorada por la Facultad de Veterinaria de Córdoba y se trata de sacar ejemplares de "Enganche", "Doma Vaquera", y "Doma Clásica".
Las yeguas son destinadas a la reproducción y los potros después de una exigente selección se aceptan como sementales.
Por medio de estricta selección y alimentación especial las nuevas generaciones de caballos Cartujanos han ido subiendo su alzada, desarrollo óseo y muscular.
Los programas reproductivos utilizan toda la tecnología vigente además de los sistemas tradicionales, se toman todo tipo de medidas sanitarias especiales durante la gestación.
Se usa intensamente la transferencia de embriones con espléndidos resultados.
La marca "Hierro del Bocado" es un tesoro étnico, de un valor inmenso e insustituible, y es el gran orgullo de la crianza de Caballos

Ubicada en la Hacienda La Sendilla en la provincia de Sevilla, en la Comunidad Autónoma de Andalucía, España.
Sevilla es la capital de Andalucía, cuna de los famosos caballos Andaluces que tanta relación tuvieron, hace 500 años, con nuestros actuales "caballos chilenos".
Esta crianza nació en 1991, iniciándose con yeguas de procedencia de Oriol-Ybarra y de Lucas Cañizares, prestigiosas crianzas de Andaluces.
Para reproductores usaron a Andador VII de las crías de Benitez-Cubero Pallares,
y luego trajeron al actual reproductor Madrileño VII adquirido con la marca de la Viuda de Terry.
Luego de iniciar sus crianzas y efectuando una estricta selección de sus productos, procedieron a vender los que no los satisficieron en su conjunto, no cumpliendo la calidad que de ellos se esperaba, y para mejorar adquirieron varias yeguas madres, de pelo castaño, de las yeguadas de Francisco Lazo.
La primera prioridad del criadero fue rescatar las características básicas del Andaluz, destacando su nobleza, belleza, armonía y lo más importante su "funcionalidad". Tuvieron especial cuidado en armonizar la morfología como sus movimientos, indispensables para hacerlo un caballo funcional.
Una característica de gran rusticidad de su crianza lo destaca el hecho que las yeguas madres viven sueltas a potrero durante todo el año, guardándolas sólo una semana antes de parir y luego a los pocos días con su potrillo al pié quedan sueltas nuevamente.
En cuanto a su doma, han tratado que sea lo más suave posible, que el caballo sufra lo menos posible, comenzándola cuando son muy nuevos con paciencia y cariño. Cuando tiene 1 a 2 años se empiezan a tomar suavemente para que se vayan acostumbrando al trato humano y se entreguen al amo.
Estos potrillos se encierran por cortos períodos en pesebreras para proceder a enseñarles a hacer ejercicios como una forma de desarrollar sus sistema óseo y muscular, además que ya a esa temprana edad se van observando las condiciones "morales" de cada uno.
Cuando cumplen 3 años ya quedan definitivamente encerrados y ahí comienza la doma de montura y cuando ésta se completa, se empieza a enseñarles la doma del enganche.



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