viernes, 11 de mayo de 2012

TREMENDO DESCUIDO

Un acusado de dejar morir de sed y hambre a sus caballos se enfrenta a 3 años de cárcel

Tres años de prisión y tres de inhabilitación para ejercer de ganadero, para tener y comerciar con animales, son las penas a las que se enfrenta un ganadero cacereño al que se acusa de dejar morir de hambre y sed a algunos de sus caballos.
Por estos hechos, ocurridos en una parcela del Polígono Ganadero de la ciudad hace casi tres años, Antonio R. M. se sentará hoy en el banquillo de los acusados del Juzgado de lo Penal 2 de la ciudad. Habrá de responder del delito de maltrato animal grave que le imputa la fiscal delegada de Medio Ambiente, y por el que pide para el acusado las penas antes indicadas. En concreto, 3 años de prisión, así como también la inhabilitación para el ejercicio de profesión, oficio o comercio que tenga relación con los animales por el mismo periodo de tiempo, 3 años.
Los hechos por los que Antonio R. M. --le constan decenas de sanciones anteriores y al menos una condena judicial-- será hoy juzgado ocurrieron en el 2009 cuando, según recoge la fiscal en su escrito de acusación, dejó morir de hambre y sed al menos a cuatro de sus caballos.


LOS HECHOS A Antonio R., que se dedica a comerciar con caballos y tiene una parcela en el Polígono Ganadero donde los encierra, le constan al menos 10 expedientes administrativos del ayuntamiento por dejar sus caballos sueltos y sin vigilancia cerca de carreteras, y también una condena por un delito contra la seguridad vial al provocar el 31 de marzo del 2009 un accidente de tráfico uno de sus caballos que murió atropellado.
En el primer caso los expedientes datan de los años 2008 y 2009, y la condena del 19 de noviembre de 2010; y ahora de nuevo se enfrenta a la Justicia. En este caso, recoge la fiscal en su escrito de acusación, porque en septiembre del 2009 tuvo a sus caballos sin comida ni bebida hasta que se denunció el hecho y los animales fueron auxiliados. Junto a 12 aún vivos, aunque en muy mal estado, se encontraron restos óseos de otro caballo. A este caso se sumaría, en la misma causa judicial, otro que tuvo lugar poco después, cuando se le murió otro caballo de hambre y sed, junto a otros que tenían tanta necesidad de comer que llegaron a ingerir sus propios excrementos.
Además, continúa la fiscal, en julio del 2010 se encontrados tres caballos de su propiedad en mal estado dentro de una finca que no era suya; en noviembre del 2010 murió dentro de su parcela otro caballo que fue comido, en parte, por perros; y en febrero del 2011 la policía local tuvo que salvar a otro caballo de su propiedad que se enredó en una alambrada de espinos.
A este abandono de sus animales, sin comida ni bebida, suma la fiscal el hecho de que a la explotación ganadera del acusado no acude un profesional veterinario desde el año 2007, y ello, se hace constar, pese a que el que le corresponde por la zona ha intentado en repetidas ocasiones ponerse en contacto con él.

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