Hoy ” dedicamos a la
historia de los caballos, dos historias verdaderas e igual de
apasionantes. La primera es el origen de los corceles negros y la
segunda es algo de las caballerías, en aspectos de historia y
literatura.
Cuando uno urga en casa, siempre encuentra historias interesantes relacionados con el mejor amigo del charro: El Caballo.
En uno de los boletines mensuales de la
Asociación Mexicana de Médicos Veterinarios Especialistas en Equinos
(AMMVEE), salió la siguiente historia que compartimos con nuestros caros
lectores.
HABIA UNA VEZ… En un
pintoresco pueblecito habitaba un gigante de nombre Shant´e. A pesar de
ser grande, era muy bondadoso y los habitantes del pueblo lo querían
mucho.
Cada año en su cumpleaños los aldeanos le
organizaban una fiesta y le daban infinidad de regalos. Pero en su
cumpleaños número 5698 hubo un regalo en especial que le fascinó.
El cuento que parece sacado de hadas, sigue.
Un ángel le regalo 10 corceles blancos. Eran tan
hermosos, su crin dorada y su piel tan tersa, como la seda. Shant´e los
contemplaba todos los días hasta el anochecer y así pasaron tantas
lunas, hasta que un día se preguntó él porque no había corceles negros.
El sé hacia esa pregunta antes de conciliar el sueño.
Hasta que una noche una vocecilla le contestó. El amor hace, milagros.
SUEÑOS DE EBANO. Pero en fin,
una mañana tan linda, notó que uno de sus corceles ya no estaba, sus
huellas se introducían al interior del bosque, su corcel se había
perdido. El gigante lo buscó y buscó, pero no lo halló.
Pasaron varios días y el gigante entristeció
mucho. Así que los aldeanos se compadecieron de su dolor y lo ayudaron a
buscar su corcel, pero no lo hallaron.
Una mañana, un pequeño pastor se internó al
bosque en busca de una de sus ovejas, en su búsqueda encontró una bestia
extraña en forma de corcel, atascada en un pantano. A lo cual llevó la
noticia a la aldea. El gigante al oír la buena nueva se levantó de su
enorme cama y corrió en auxilio de su amado corcel.
Al llegar al lugar, lo sacó con su enorme mano y
al limpiar su hermosa piel blanca, se llevó una enorme sorpresa, ya que
debajo de esa densa sabana de lodo. Había una nueva piel, ahora era
totalmente negra. Un color negro tan brillante como el ébano.
A lo cual el gigante lloró de emoción y alegría, y comprendió las palabras de aquella vocecita.
¡¡¡El amor hace milagros!!!
Cuenta la leyenda que el gigante al pasar los
años y las generaciones, se convirtió en montaña, en un bosque encantado
alejado de la gente y cuentan que en su interior, alberga una manada de
10 corceles blancos, comandado por un enorme y bello corcel NEGRO.
Y como en nuestros años de infancia: “Colorín, colorado, este cuento ha terminado”.
HISTORIA DE LA CABALLERIA. Habrá que
remontarnos a la época de Grecia, especialmente los que vivían en Atenas
entre los que existían los “eupátrides” a quienes Solon llamaba
Caballeros.
Otras leyendas hablan de la historia del caballo
en Roma, aunque en Occidente dice la conseja que hay remitirse a los
siglos que enmarcaron a los bárbaros. Se insiste, incluso, que la
iglesia germana la idealizaba tanto, por lo que parece que es más bien
un ideal que una costumbre y se llegó a la conclusión de que El
Caballero será simplemente un soldado cristiano.
Desde hace casi 10 mil años antes de Cristo
aparece el caballo en pinturas rupestres. La literatura no está exenta
de las cabalgaduras y en los cantares de gesta, se plasman entre
recuerdos y leyendas, o en Arturo y Camelot, en El Quijote de Cervantes o
en las trágicas canciones de Rolando y los 12 Pares de Francia, por
mencionar solo algunos aspectos.
Aunque no hay punto de comparación, pero por
ejemplo, la charrería es casi como una religión en los Altos de Jalisco e
incluso el ingeniero Ramiro Becerra, describe que “Montar es Privilegio
de Reyes”.
Por eso y muchas cosas más, el caballo, las
caballerías y la charrería, siempre son historias tan apasionantes desde
siempre y perdurarán, por los siglos de los siglos.
Y como siempre termino a mi manera, recordando que: “Los héroes son recordados, las leyendas perdurables”
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