“Caballo de guerra”
La primera vez que monté a caballo fue para acompañar a una pequeña
niña que no podía hacerlo sola. La última vez; después de haber arrojado
las cenizas de un ser muy querido en una montaña.
Un épico viaje emocional atrevidamente cargado de sentimentalismos;
el amor incondicional, los deseos familiares, el anhelo infantil, la
inocencia en los tiempos más borrascosos, la tristeza a causa de la
pérdida, el miedo a la muerte, la pasión por la vida y el aferro a ella.
Una extraordinaria pieza para los que estén habituados al trabajo de
Steven Spielberg como director, como entusiasta al hacer cine familiar e
incluso infantil, donde éste se da el lujo de jugar con el melodrama;
para muchos, desmesurado y terriblemente cursi; para otros, necesario;
ligado a esa maestría que posee como cronista de la devastación, del
conflicto bélico, de la guerra.
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