Los caballos
El caballo reúne numerosas cualidades
que nos ayudan en la terapia, reacciona frente a nuestras emociones y es
así como se convierte en el espejo de nuestra alma.
La Terapia Asistida con Caballos pone en
relación el cuerpo del sujeto, el del terapeuta y el del caballo. El
lenguaje del cuerpo es el que primero se emplea en el desarrollo
psicomotor y afectivo, su utilización nos lleva a fases relacionales
precoces constructivas de la personalidad.
El caballo en su naturaleza reconoce las
más mínimas señales, es indispensable para su supervivencia, por esto
en ellos podemos vernos a nosotros mismos; nos permite tomar conciencia
de nuestros estados, sean de miedo, de rabia, de tristeza, de apatía o
de alegría.
El caballo es un animal presa. Su
principal prioridad es sobrevivir, y su principal medio de protección
contra los depredadores es la huida. Su físico, su comportamiento y su
estilo natural de vida están completamente adaptados a este fin, y esto
tiene consecuencias fundamentales de comportamiento cuando lo
introducimos en el mundo de los humanos y le pedimos que trabaje con
nosotros.
Cualquier equino doméstico tiene todavía
dentro de sí un animal instintivo, aunque hoy su vida esté muy alejada
de sus antepasados salvajes.
Su capacidad de aprendizaje es netamente
superior a la del hombre porque debe adaptarse rápidamente al entorno,
contrariamente al ser humano que adapta el entorno a su persona. Como
dijo Einstein “la inteligencia es la capacidad de adaptarse a
situaciones cambiantes”. El caballo es capaz de aprender muy rápidamente
nuevos tipos de comportamiento mientras que nosotros, los seres
humanos, cuando efectuamos cambios, lo hacemos paulatina y difícilmente.
Un caballo que ha sido maltratado y lleva quince años mordiendo o
pegando patadas, es capaz, en un solo día, de cambiar radicalmente de
comportamiento.
Comprender que no existe un único tipo
de inteligencia nos puede ayudar a tener un mayor respeto hacia nuestros
compañeros de planeta a los que llamamos animales.
El caballo tiene una memoria excelente y a menudo aprende en un solo intento.
El lenguaje corporal es el método de
comunicación primario de los caballos. Puede variar desde obvio y fuerte
(orejas apuntadas, cabeza alta, cola levantada) a casi imperceptible,
como un susurro (una mirada, el movimiento de un músculo)
Una manada de cebras puede no huir
frente a la presencia de una leona si estas detectan que la leona no
tiene intención de atacar, y seguir caminando en la misma dirección que
ella. La leona emana despreocupación y la manada lo percibe.
Los caballos son capaces de interpretar nuestro propio lenguaje corporal y tensión muscular de manera increíblemente precisa.
Un ejemplo de ello está en la conocida
historia del caballo Hans el listo. El propietario de Hans, Wilhelm von
Osten, aparentemente lo entrenó para realizar cálculos matemáticos y
para contar la respuesta con manotazos sobre el suelo, pero al final
quedó claro que el caballo en realidad estaba “leyendo” los mínimos
cambios de actitud y tensión muscular de las personas a su alrededor a
medida que se acercaba a la respuesta correcta. Von Osten mismo se
creyó completamente desacreditado, pero ni él ni sus críticos se dieron
cuenta de los más importante: si el caballo es capaz de percibir señales
corporales tan diminutas con tanta precisión ¿Cuan sutil puede ser la
comunicación entre humano y caballo?
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