jueves, 17 de enero de 2013

CABALLOS DE PASO PERUANO



Considerados únicos en  su género por su conformación anatómica y peculiares formas exteriores, el caballo de paso peruano forma parte del rico acervo cultural nacional, reconocido en todos los rincones del mundo. Es sinónimo de nobleza y fidelidad, temperamento y altivez, y lleva en su monumental y elegante figura un cúmulo de virtudes que lo enseñorean como una de las más atractivas manifestaciones de tradición de la más pura estirpe nacional.






Sin lugar a dudas, los más remotos ancestros de los actuales ejemplares estarían en aquellos caballos que trajo consigo Cristóbal Colón al Nuevo Mundo desde la Península Ibérica al desembarcar en la isla Guanahaní que actualmente forma parte de las Islas Bahamas. Esas calientes tierras caribeñas fueron un lugar propicio para su desarrollo. Entre los tipos de equinos -que comenzaron a poblar el Continente Americano- se pueden mencionar al Berberisco, el Arabe y el Andaluz. Animales fuertes y arrogantes que sirvieron de transporte al conquistador Francisco Pizarro y a los soldados a su mando en su periplo por el Sur; desconcertando a los nativos por su enorme tamaño, quienes los imaginaban cual centauros en una sola anatomía con el jinete.

Una vez establecidos en el Perú, estos cuadrúpedos fueron sometidos al agreste terreno peruano, contrariamente a como vivían en tierras occidentales. Al principio se les utilizó para transporte, convirtiéndose luego en indispensables piezas de trabajo pesado especialmente para las faenas agrícolas.

El medio ambiente, la variada geografía, la árida y caliente costa, las abundantes y empinadas quebradas y el frío intenso en los Andes, conformaron un caballo distinto, sobrio y frugal; capaz de resistir largas jornadas de viaje. Un paciente trabajo de selección genética durante más de 300 años, resultó finalmente en los hermosos ejemplares que hoy en día mostramos al mundo con singular orgullo.




LA  MAGIA DE SU  PASO

Muchos, al observar con admiración el trote galante de su paso, lo atribuyen a la complicada topografía y estructura del suelo peruano. Su garbo y finura han inspirado poemas y canciones propias del sentimiento popular de la costa. ¿No será su forma de moverse, el resultado de una autoselección natural u orientada por el hombre peruano de acuerdo a las necesidades de nuestro terreno?

Ya en el siglo XVII, se le menciona en la inmortal obra "El Quijote de la Mancha" del célebre don Miguel de Cervantes Saavedra, en un diálogo entre el ingenioso Hidalgo y su fiel Sancho que dice:
" De allí le ha sacado Malambruno con sus artes y le tiene en su poder y se sirve dél en sus viajes, que los hace por momentos, por diversas partes del mundo, y hoy está aquí y mañana en Francia y otro día en Potosí; y en lo bueno que el tal caballo ni come ni duerme, ni gasta herraduras y lleva un portante por los aires, sin tener alas que el lleva encima puede llevar una taza llena de agua en la mano sin que se le derrame gota, según camina llano y reposado; por lo cual la linda Magalona se holgaba mucho de andar caballera en él.

A esto Sancho dijo: "Para andar reposado y llano, mi rucio, puesto que no anda por los aires; pero por la tierra, yo lo curtiré con cuantos portantes hay en el mundo".






Pero lo cierto es que ese modo peculiar en el andar del caballo peruano de paso se debe a su combinación de sangres, pues ni bien llegado al Perú, el ejemplar español fue expuesto a un proceso de selección, en mezcla de sangres de diferentes tipos de equinos: las jacas (yeguas de pequeña estatura) navarras y castellanas con las de los Berebere y Arabe.

El híbrido resultante conservó de las jacas la elevación de los miembros delanteros; de los Berebere, el modo de andar o ambladura y algunos rasgos exteriores; y, finalmente, del árabe, su delicada belleza.

Pero fue del Berebere, que mantuvo casi intacto la sincronía en su andar, en ese movimiento de patas en forma lateral, mano y pata a la izquierda y mano y pata a la derecha; o en la forma de cruz o diagonal, similar al de un felino, añadiéndose a estas, las otras particularidades propias del caballo de paso peruano.

Aunque si bien es cierto que estos ejemplares nacen con estas características, la constante dedicación y adiestramiento por parte del hombre adecúan, perfeccionan y pulen aquello que emana de su propia génesis.


SUS  CARACTERISTICAS

Es un verdadero deleite para la vista el desfile lleno de gracia portentosa y la monumental figura de belleza de los caballos peruanos de paso. Ese andar con su prestancia arrogante, elegantes movimientos armoniosos y ese sobrador desplazamiento se describen en rimas y ritmos, acentuando aún más su sencillez y simpatía.

El caballo peruano es de contextura liviana, talla media y debe tener plasticidad y dinamismo en sus movimientos para trabajar en un aire propio denominado "paso nacional", para lo cual debe poseer también condiciones físicas especiales y de suavidad bien definidas. Su resistencia corporal y orgánica de paso innato o natural le ayuda a mantenerse firme en su labor diaria, ante cualquier clase de esfuerzo.



Nuestro caballo peruano de paso es reconocido como "patrimonio nacional y embajador silencioso". Calificado también, gracias a sus cualidades, como el mejor caballo de silla del mundo, porque entre todas las razas caballares es el de andar más suave y con temple firme, necesario para no desamparar al jinete cuando requiere de su determinación y valentía.

No en vano los más finos ejemplares han mostrado sus atributos y orgullosa estirpe por toda América Latina, Estados Unidos, Canadá, y en el Viejo Mundo en países como Italia, Alemania, casi toda Gran Bretaña, en la lejana Australia, y en el país del Sol Naciente, Japón.

Son diversos y llenos de matices los colores que adornan al caballo de paso peruano: simples, como en el alazán de pelajes rubio-rojizos, el negro y el blanco; compuestos, como el bayo de pelaje amarillento, el castaño y el saíno, entre rojizo y negro; compuestos y mezclados, como el tordillo de pelaje cano, el moro de reflejos azulados, el rosillo de pelos blancos y rojizos, el lobo de pelos negros y amarillentos, el roano de pelos blancos, negros y rojizos, el flor de romero cuya mezcla es del tipo tordillo con lobo, y pío u overo de pelaje de cualquier color con manchas.


LOS CHALANES

Aunado al espectáculo propio del andar artístico y grácil del caballo peruano de paso, se encuentra el chalán, ese personaje que montado sobre Èl, domina las riendas, dándole aún mayor colorido a las exhibiciones y suscitando gran expectativa en un público ávido de tan magistral desfile.

Su atuendo de jinete es una adaptación del vestuario de las características climáticas de nuestro país, considerando las largas caminatas a través de las distintas regiones del país.

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