Los argentinos son famosos por ser uno de los pueblos más carnívoros
del mundo. Además de vacas, en los últimos años ha crecido el consumo de
otros animales, como el pollo, el cerdo y el cordero. Pero la afición
de los argentinos por la carne tiene sus límites.
La mayoría rechaza el consumo de algunos animales que se comen
popularmente en otras partes del mundo. A nadie se le ocurriría, por
ejemplo, pedir perro o gato en una "parrilla" argentina, como sí podría
consumirse en algunos restaurantes asiáticos.
Los argentinos tampoco comen ranas o caracoles, considerados manjares
en algunas partes de Europa. Y a muchos repugnaría la idea de comer
carne de caballo, otro alimento codiciado en algunas ciudades europeas.
Lo paradójico de este último caso es que si bien el consumo de carne
equina es considerado un tabú en muchas partes del país, lo cierto es
que Argentina es uno de los principales productores mundiales del
producto.
Por muchos años, el país ha liderado la exportación mundial de esta carne.
El Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria de
Argentina (Senasa) informó a BBC Mundo que en 2010 el país exportó
23.880 toneladas de carne equina, generando más de US$75 millones.
¿Adónde va la carne?
La carne de caballo argentina se vende principalmente a Rusia, Holanda, Francia, Italia, Japón, Bélgica y Alemania.
La carne de caballo argentina se vende principalmente a Rusia, Holanda, Francia, Italia, Japón, Bélgica y Alemania.
El mercado ruso es, por lejos, el más grande: absorbe más de la mitad de la producción argentina.
Los aficionados a este tipo de carne aseguran que es más saludable,
ya que tiene menos colesterol que la carne vacuna, posee un alto
contenido de hierro y está libre de aftosa.
Se estima que en 2009, se comercializaron 145.000 toneladas de carne equina en todo el mundo.
De la prohibición al negocio
En Argentina, la producción de carne de caballo comenzó a tomar vuelo a partir de 1995, año en el que se promulgó una ley que reguló la actividad.
En Argentina, la producción de carne de caballo comenzó a tomar vuelo a partir de 1995, año en el que se promulgó una ley que reguló la actividad.
Antes de eso, la faena de caballos para consumo doméstico estuvo prohibida por muchos años.
Y es que en el país, famoso por su tradición de campo, el caballo es
considerado un noble compañero del hombre y no una fuente de alimento.
No obstante, el comercio en torno a este animal es histórico: ya en
el siglo XIX se exportaban las cerdas de su cola a África y su cuero a
Europa. La grasa de los caballos era utilizada para elaborar velas y
jabones.
A partir del siglo XX se empezó a usar la carne de caballo para fabricar embutidos y conservas.
Y hoy el negocio continúa: en 2010 fueron sacrificados más de 150.000
equinos en Argentina para satisfacer la demanda desde el exterior,
según datos aportados a BBC Mundo por la Dirección Nacional de Inocuidad
y Calidad Agroalimentaria del Senasa.
De acuerdo con ese organismo, el país cuenta con 1.900.000 caballos registrados.
Un negocio marginal
Pero a pesar de ser un líder mundial en la exportación de carne de caballo, lo cierto es que para Argentina, este negocio representa una fracción mínima de su comercio exterior.
Pero a pesar de ser un líder mundial en la exportación de carne de caballo, lo cierto es que para Argentina, este negocio representa una fracción mínima de su comercio exterior.
"Si bien los US$75 millones que generó la venta de carne de caballo
en 2010 fueron una cifra importante, es un monto pequeño al lado de los
US$1047 millones que aportó la carne vacuna, y los US$17.284 millones
que ingresaron por la soja", dijo a BBC Mundo el economista Mauricio
Claverí, de la consultora Abeceb.com.
No obstante, el experto resaltó el hecho de que un negocio que es
marginal en Argentina representa cerca del 7% de las ventas de carne
vacuna, un producto que dio fama al país en todo el mundo.
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