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Para el Adulto Mayor
- Originariamente, los entrenadores salían de entre la
gente que trabaja con los caballos, los limpiaban o montaban, llegando a
tener tantos conocimientos acerca de él que sólo necesitaban
experimentar formas de entrenarlos, para así completar y asumir todas
las funciones.
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Estos conocimientos,
base de la superioridad que tenía sobre los propietarios de los caballos
que ellos cuidaban, sólo los transmitían a sus descendientes, para así
garantizarles su trabajo y el de su familia.
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A veces, algunos
criadores de caballos, impulsados por su entusiasmo y su cariño a los
animales, se hacían entrenadores, así como, por su contacto con ellos,
los oficiales del ejercito acababan dedicándose a este difícil oficio. No podemos olvidar a los jinetes aficionados que han adoptado esta profesión, algunos, por cierto, con gran éxito.
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Al no existir una
bibliografía suficiente, sobre el tema, que nos pudiera servir de apoyo
más o menos científico, y teniendo en cuenta que la mayoría de los
grandes entrenadores guardan celosamente los secretos acumulados por su
experiencia, nos daremos cuenta de lo difícil que es poder adquirir esos
conocimientos del arte de entrenar.
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Hay algunos países en
donde la experiencia previa, como mínimo dos años trabajando a las
órdenes de un entrenador, es uno de los requisitos imprescindibles para
optar a una licencia profesional; en otros, el hecho de pertenecer a
ramas afines, como veterinarios, ex-jockeys, primeros mozos, etc., eximen de este requisito, pero no de la necesidad de pasar por un examen teórico.
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Por otra parte, quiero insistir en que debemos tener los máximos conocimientos posibles acerca del caballo:
su anatomía, su fisiología, su carácter, sus hábitos, sus enfermedades,
lesiones, etc.; en fin, en todo aquello que nos ayude a conocerlo y así
poder sacar de él el mejor provecho posible, haciendo su estancia en
nuestros boxes larga y rentable y, al mismo tiempo, si tenemos suerte,
que se retire por sus méritos y no por nuestros fallos.
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º Entrenamiento.
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Un entrenamiento
consiste, fundamentalmente, en el método mediante el cual tenemos
preparado a un animal para realizar un esfuerzo determinado, en donde
desarrollará toda su velocidad intentando cubrir una distancia sin
cansarse y sin llegar a la extenuación que pudiera poner en peligro su
integridad física.
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La percepción que debe
tener el entrenador, para poder dirigir los ejercicios de un caballo,
debe estar dirigida a cualquier indicio que nos pueda indicar si se le
está obligando a traspasar límite racional del entrenamiento.
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En nuestro país, donde
el turf está más desarrollado, existen diferentes sistemas de
entrenamientos, con las variantes que cada entrenador aporta poniéndoles
su toque personal. Estos sistemas, muchas veces, están condicionados por las circunstancias que los rodean como tipos de pistas, horarios, etc.
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En los Estados Unidos,
en donde la pista en que se entrenan los caballos es la misma en que,
horas después, se compite, existen limitaciones de horarios, por lo que
el tiempo permitido para que los caballos realicen su ejercicio es
mínimo; por ello, se complementa caminando mucho al caballo, ya sea a la
mano o en norias especiales para este cometido.
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Una vez en la pista, lo
normal es que troten entre seiscientos u ochocientos metros, se
detengan, den la vuelta e inicien el trabajo indicado, que puede
consistir en un galope de 2.400 m o bien salir al galope para hacer 2.000 m, pero finalizando los últimos seiscientos a una velocidad de carrera.
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Terminado el trabajo se
vuelve, al paso, al stud, donde, una vez desensillado, el peón,
dependiendo de las condiciones de clima existentes, procederá a su ducha
y luego lo pondrá a caminar para que se seque y termine de recuperarse
del esfuerzo realizado.
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El caballo es un animal que permanece encerrado, en un habitáculo (box) de aproximadamente 16 m2, la mayor parte del día.
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Es un animal lleno de
energía que, de alguna manera, debe descargar, por lo que debemos
utilizar tiempo para sacarlo de esa rutinaria vida, así que, siempre que
se pueda, debemos intentar cumplir ese tiempo, que consistirá en el
entrenamiento diario en la pista y periodos de paseo al paso
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Si por alguna
circunstancia no puede ir a la pista, haremos que lo caminen a la mano o
de tiro ya que el paso le proporciona al caballo un fondo
extraordinario de escaso riesgo traumático y que pocos lo valoran
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Todos los métodos son
válidos; lo más importante es encontrar el idóneo para todos los
caballos, en general, así como el adecuado para cada uno en particular.
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El fin que persiguen esos métodos es el mismo:
tener preparado físicamente al caballo para que realice una distancia
determinada, a la máxima velocidad que pueda desarrollar.
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Tenerlo preparado
físicamente quiere decir que el animal no se canse antes de cruzar la
meta y que no se le produzcan lesiones que puedan llegar a ser
irreversibles. La velocidad es un fin único en sí mismo, ya sea para
carreras de corta distancia, como para las largas; al final, ganará
aquel caballo que, estando bien entrenado, sea capaz de cubrir la
distancia de la carrera en un tiempo menor que sus adversarios.
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El entrenador capaz y
con experiencia nunca debe adoptar un modo de entrenar rígido y
dogmático, sino todo lo contrario, debe elegir, en cada caso, el que más
convenga al caballo que tenga bajo su custodia, en ese momento; sí es
verdad que la base de todos los sistemas de entrenamiento, bajo un mismo
entrenador, suelen ser iguales.
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