Un caballo negro, alado, traspasa mi cielo.
Aunque no lleva silla, yo lo monto a pelo.
El frío de la noche lo aplacan las estrellas.
Galopo hacia lo más recóndito,
Voy sin riendas,
Y mis manos se pasean por la crin del jaco.
Un riacho de ternura resbala por su lomo
Anegando el paraje de la tristeza.
Sakkarah
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